sábado, enero 31, 2015

    EL DIABLO EN MEXICALI


Leyenda de Mexicali, Se cuenta que el diablo apareció en un antro muy concurrido de la ciudad, esto ocasionó que la asistencia disminuyera de los bares y discos, la noticia se regó por todos los estados. Por los años 60 en la calle 11 se empezaron abrir las discotecas con luces,  música fuerte, licor hasta sustancias sicotrópicas, el lugar lleno de jóvenes para establecer relaciones y aventuras. Las parrandas de los jóvenes aumentaban y los padres ignoraban el paradero nocturno de sus hijos.
Los nombres de las discotecas más famosas Los Cocos, La Ronda y el Waikiki que marcaron la pauta de la alegría nocturna de estas décadas.
La leyenda cuenta; que una noche en Los Cocos algunos muchachos bailaban  otros se divertían, y los menos platicaban. A lo lejos en la entrada un hombre pálido lleno de miedo, llegó gritando diciendo que en la Ronda que se encontraba enfrente se había aparecido el diablo, lo trataron de calmar  ya que corría por todo el lugar gritando repitiendo que el diablo se había aparecido, los jóvenes se empezaron, a burlarse de él decían; este está bien borracho, las personas que estaban sentadas cerca de la puerta podían observar que de la Ronda salían despavoridas las personas, las muchachas histéricas, este hecho muchos jóvenes decidieron regresar a casa.
Según los jóvenes de la Ronda un hombre muy elegante y guapo llegó al lugar, buscó a la chica más hermosa, la invito una copa y a bailar, la joven contenta y a gusto, toda la noche estuvieron juntos, inexplicablemente el hombre se transformaba en una bestia que atemorizó a todos, de la frente le salieron dos protuberancias que en segundos tomaron forma de cuernos, el color de su piel cambió y se desató un olor fuerte de azufre  y formo un gran torbellino que los muebles giraban por los aires , la muchacha dicen que escapó otros que se la llevó. Se dice que pasó a media noche, el pánico y la desesperación muchos fueron a los hospitales por crisis nerviosas. Se cuenta que el diablo no volvió aparecerse en ningún antro pero a partir de ello no volvieron a dichos recintos temían al diablo. Ahora la gente del lugar dice que fue un malentendido, El Diablo era un joven criminal que llegó hacer pelea con otro. Cada persona tiene diferente versión.

martes, enero 27, 2015

El Hanincol


Desconozco si alguien sigue leyendo este blog pero debes en cuando publicare algo :3
Mucho tiempo perdí tratando de concurrir a una ceremonia india, a una hanincol que hacen los mayas con el objeto, unas veces, de agradar a los dioses, y otras, de desagraviarlos. Había rogado a los hechicero que me permitieran la entrada, pero todos se habían negado porque yo también me había negado a que me santiguaran: En las ceremonias deDelas comidas de milpa se admite a mujeres cuando se va repartir el alimento. Al fin me resolví a todo y lo cominuqué al men. Así fué como logré concurrir a la comida. Y ahora les narraré lo que ví; lo que oí no, pues fué todo en maya, idioma que no entiendo.

La ceremonia se hizo en un pueblo llamado San Juan Bautista Sahcabchén o Alto Sahcabchén, por estar ubicado en la cresta de un cerro de roca viva.
El maestro de la escuela, un joven llamado Mario Flores Barrera, me avisó con anticipación; llena de alegría caminé a caballo toda la noche en que la Luna plateaba los árboles y alumbraba el camino.
Llegué al amanecer. Allá arriba estaba el pueblo. Subí a él, llamé a una puerta y al punto asomó su risueña cara el maestro, que me saludó.
Hoy será la fiesta, me dijo con acento de satisfacción. Nos desayunamos con pan y café y luego me llevó a la casa del men, quien me recibió solícito, pero desconfiado.
-¿Está resuelta a le santigüen?, me preguntó.
El maestro me miró, incrédulo de que pudiera aceptar eso.
Sí le respondí, y en pocos minutos quedé santiguada y oliendo a romero y ruda.
Salimos los tres y nos sentamos en el brocal de un pozo, y el hechicero contestó así mi interrogatorio.
-¿Por qué harán el hanincol?
-Para desagraviar a los dioses.
El dueño de la milpa que se ha de sembrar tiene un hijo enfermo, señal del disgusto de del Nohoch-Tat.
Luego me enseñó varias palabras mayas, el nombre de los vientos, etc., para que pudiera entender, y me llevó a la casa donde el muchacho estaba enfermo.
-¿Quiere verlo?, me dijo.
-Sí le respondí.
En una hamaca estaba el joven calenturiento. El men le preguntó por su salud, y él casi no contestó. Su ánimo estaba caído más que por la fiebre, por el temor de que le hubiera castigado el dueño del monte. El men sacó de su morral un bollo de pozole lleno de moho que de amarillo pasa a verde. Lo mezcló con agua, lo endulzó con miel y se lo dio al enfermo.
Las mujeres de la casa, durante la noche, mojan maíz y lo muelen en metates para hacer una bebida refrescante llamada sacab. Este se reparte entre los que van a asistir a la ceremonia.
En la ocasión a que me refiero me dieron una ración, por la cual me sentí invitada. Marchamos luego a la ceremonia o que diga, adonde iba a efectuarse.
El dueño de la sementera y sus trabajadores estaban ocupados. Unos abrían una fosa en la tierra; otros, en grandes calderos cocían maíz, frijol y tostaban semillas de calabaza, que molían luego para formar una masa de estos tres productos, la cual recogían en bolas.
Teniendo ya las bolas sobre hojas de roble o plátano, se extiende primero la masa de maíz haciendo una tortilla grande y se forma una de semilla de calabaza: luego, una de frijol, y así sucesivamente, hasta llegar a nueve.
Estos huahes se envuelven en las mismas hojas; uno de ellos es más grande que los otros. Mientras esto se lleva a efecto, en la fosa abierta se ha colocado gran cantidad de leña , que arde y calienta casi hasta calcinar algunas piedras grandes. Por otro lado, en ollas también grandes se cuecen pavos y gallinas, y en un caldero se hace el cool.
En un caldero se pone el caldo de gallina y pavos, destinado a preparar el chocó.
El men, con toda parsimonia, toma dos velas que enciende, y, seguido de unos hombres que llevan en tablas los huanes y de todos los invitados, llega a la ardiente fosa. Y dice así: lakín-ik, xikín-ik, nohol-ik, xamán-can. Luego hace mil contorsiones, brinca de un lado para otro de la fosa, saca con las manos, del fuego, las candentes piedras, y sólo deja unas en el fondo, sobre las cuales se colocan los panes. Las piedras extraídas se acomodan encima y se recubre la fosa con tierra y gajos de roble.
Retornan el brujo y su comitiva al lugar primitivo, donde se ha colocado una mesa, que tiene encima una cruz cristiana, tres velas grandes, tres medianas y tres chicas. También hay incienso, rudas, albahacas, flores, dulces, cigarrillos, etc.
Se han llevado ala mesa los pavos y las gallinas condimentadas y cocidas. Debajo de la mesa está el gran caldero de cool, el jugo de gallina y pavos, etc.
El men parece perder su personalidad de hombre, y en medio de gesticulaciones y contorsiones, conjura a los vientos malos y llama a los buenos; levanta en sus manos las ramas de albahaca y ruda, y blandiendo la cruz cristiana aleja a los vientos malos. Como regalo a los buenos arroja a los cuatro vientos jicaradas de miel y balché. Luego cae en éxtasis, oculta su rostro entre las manos, y tomando enseguida el inciensario, marcha hacia la fosa; al llegar a ésta levanta aquél al cielo y muchas manos de hombres destapan la fosa, de donde extraen los huanes.
Todas caminan hacia la mesa y el brujo cierra la procesión.
El pan más grande es el que se pone en una mesita aparte. Apenas desenvuelto, muchas manos arrancan trozos, hirvientes aún y los depositan en el caldo de pavos y gallinas, donde otras manos lo baten y disuelven. Así se prepara el chocó
Terminado esto, el men reparte entre los concurrentes balché en jicaritas. Hay que tomarlo, pues es malo tirarlo o despreciarlo.
Luego el hechicero da a cada persona presente un cigarro gigante, al que debe darse dos o tres fumadas. Esos cigarros son recogidos por un brujo en hojas de almendro o higuerilla, con el fin de que sus manos no los toquen, los lleva ala mesa y los riega con brebajes. Inmediatamente se toma a todos los niños que han asistido a la ceremonia y se les pone de rodillas, con las manos cruzadas sobre el pecho.El men les da balché dulce, chocó , cool, dulces, trozos de pavos, pero todo en la boca.
Terminada esa comida, se aleja a los niños, y con una jícara grande se pone una buena ración de todo lo que hay, de lo mejor, un gran trozo de pan y los cigarros, todo lo cual toma el men pues es la ofrenda destinada al Nohoch-Tat. El hechicero llega a la fosa y en el centro de ella coloca la jícara grande y todo lo demás.
A una señal del men la fosa es cubierta de tierra y casi ni queda señal de ella. Se cree que durante la noche el dueño del bosque tiene allá su banquete, y que sus hijos, los aluxes le hacen compañía y fuman en rueda sus cigarros.
Cuando el men vuelve al lugar de la comida, todo se transforma en fiesta, se reparte lo que aún queda, se da al dueño de la milpa, a sus hijos y trabajadores, de todo lo que hay, y luego a los visitantes. Esta es ya la comida terrenal. Todos comen, todos beben. El men viene a mí con una pierna de pavo en la mano y me dice: ¿No come?, y me trae un trozo de muslo de pavo.
Yo estaba sentada en una hamaca suspendida en medio de dos árboles, especialmente para mí, frente a la mesa de la ceremonia. Era tal mi proximidad a la mesa, que materialmente estaba bañada en miel y balché, pues me salpicó el men cuando arrojó esos líquidos al aire.
Terminó la ceremonia -me dijo el men-. El enfermo está curado.
Entre los comensales vi a Pedro, que comía y reía con mucha gana.
Pedro -dijo el men- ven aquí, pues quería demostrarme su poder. El muchacho obedeció la orden. Ya no tenía calentura y había recobrado la salud.
En ese momento di la razón al men y al enfermo. Estaba curado. Había que reconocerlo.
Mas luego pensé que ese hombre sagaz aprovechaba la ignorancia y fe de los descendientes de los xius y cocomes.
Me retiré pensativa. Soy una de los que creen que lo más de los indios mayas no padecen ciertas enfermedades gracias a que ingieren frecuentemente, las dosis de penicilina que se encuentran en el moho del pozole, que siempre comen con sal en sus milpas.
¿Se curó el muchacho? ¿Sería por el favor de los dioses o por la acción de la medicina que le dio el men en el pozole?
Tal vez ni el hechicero lo sepa. Tal pensaba yo después de la peregrina ceremonia que me dejó la impresión de un sueño fantástico.
Nohoch-Tat = Gran Señor
huahes = panes
chocó = caliente