Quetzalcóatl es quizá el dios más nombrado del panteón prehispánico. Sin embargo, es necesario ver el doble carácter que lo acompaña: ser hombre y ser dios. Es sabido que cuando algún dirigente o un héroe cultural juegan un papel destacado dentro de la sociedad a la que pertenecen, a su muerte se les deifica. Ejemplos de esto hay muchos en diversos pueblos del mundo. En el caso de Mesoamérica es indispensable separar lo que corresponde a la historia y lo que se convierte en leyenda.
QUETZALCÓATL ES UNA DE ESTAS FIGURAS
En primer lugar debemos decir que no toda serpiente emplumada es, necesariamente, Quetzalcóatl. Baste recordar el llamado Templo de Quetzalcóatl o de la Serpiente Emplumada en Teotihuacan; el edificio de la Serpiente Emplumada en Xochicalco y la imagen del ofidio en el mural de Cacaxtla. En todas ellas se ve a la serpiente adornada con grandes plumas de quetzal. En el caso de Teotihuacan estamos de acuerdo con la interpretación que se ha dado en el sentido de que representa la unión del agua de lluvia con el agua terrestre (ríos, manantiales, aguas subterráneas); además, guarda relación con el poder de los gobernantes. En cambio, entre los mexicas o aztecas los atributos y características del dios van a transformarse, relacionándose más con el viento, por lo que porta la máscara bucal que asemeja un pico de pato. Su templo es circular, a diferencia de los antes mencionados, que tienen planta cuadrada o rectangular. Veamos, pues, quién es este personaje y su importancia en la historia del centro de México.
Relatan antiguas crónicas la historia de Ce Ácatl Topiltzin Quetzalcóatl. Así, en los Anales de Cuauhtitlan leemos lo siguiente acerca del personaje:
Año 1 Caña. En él, según se dice, se refiere, nació Quetzalcóatl, el que fue llamado nuestro príncipe, el sacerdote 1 Caña Quetzalcóatl. Y se dice que su madre fue la llamada Chimalman. Y así se refiere cómo se colocó Quetzalcóatl en el seno de su madre: ésta se tragó una piedra preciosa.
Después de permanecer cuatro años en Tulancingo, lo fueron a traer para que gobernara en Tula. Ahí construyó sus casas y hacía penitencia. Como sacerdote, invocaba a las deidades, a la dualidad suprema que ocupa el escaño más alto de los nueve cielos. Vivía en retiro y abstinencia y sacrificaba aves, mariposas y serpientes. A él se atribuye el conocimiento de muchas cosas. En otra parte de los Anales leemos:
Y en su tiempo descubrió él además muy grandes riquezas, jades, turquesas genuinas, el metal precioso, amarillo y blanco, el coral y los caracoles, las plumas de quetzal y del ave turquesa, las de las aves rojas y amarillas, las de tzinitzan y del ayocuan. También descubrió él toda suerte de cacao, toda suerte de algodón. Muy grande artista era el tolteca en todas sus creaciones...
Tanto en los Anales como en la Historia general de las cosas de Nueva España, de fray Bernardino de Sahagún, vemos cómo se empezó a conspirar en contra de Quetzalcóatl. Un hechicero de nombre Tezcatlipoca, según la primera versión, le muestra un espejo, y al ver su rostro con grandes ojeras y los ojos hundidos, Quetzalcóatl, apesadumbrado, exclama: “Si me ven las gentes del pueblo mío ¿no habrán de correr?”
Las crónicas coinciden en la llegada de otros hechiceros que lo invitan a tomar una bebida fermentada. Quetzalcóatl se alegra y ya borracho pide que traigan a su hermana Quetzalpétatl, que hacía penitencia en el cerro de los nonohualcas. Juntos se embriagan y yacen juntos. Cuando Quetzalcóatl recobra la conciencia llora y emprende la marcha hacia el oriente, en busca de la tierra roja y negra, el Tlillan Tlapallan, en donde se incinera.
Sahagún relata este pasaje de la manera siguiente:
y así, llegando a la ribera de la mar, mandó hacer una balsa hecha de culebras que se llama coatlapechtli, y en ella entró y asentóse como en una canoa, y así se fue por la mar navegando, y no se sabe cómo y de qué manera llegó al dicho Tlapallan.
Sabemos por otras fuentes históricas cómo, en efecto, en Tula convivían dos grupos, los tolteca-chichimecas y los tolteca-nonoalcas. No debió de ser fácil la convivencia de estos grupos, lo que se tradujo en intrigas por acceder al poder. Posiblemente los diversos relatos estén indicando esta rivalidad entre Huémac y Quetzalcóatl, que representaban a ambos grupos, y que termina con la salida de este último hacia otras regiones. Se piensa que quizá partió por mar hacia tierras de Yucatán, en donde reaparece con el nombre de Kukulcán.
En la versión de los Anales de Cuauhtitlan vemos que Quetzalcóatl marcha hacia el oriente y que al llegar a la costa se incinera. Dice así esta parte del relato:
Y cuando terminó ya de quemarse Quetzalcóatl, hacia lo alto vieron salir su corazón y, como se sabía, entró en lo más alto del cielo. Así lo dicen los ancianos: se convirtió en estrella, en la estrella que brilla en el alba.
De aquí surge la idea de que, por haberse ido por el oriente, habría de regresar por el mismo lugar.
Muchos años después de este acontecimiento los aztecas llegan al valle de México y fundan la ciudad de Tenochtitlan en 1325 d.C. Entre sus dioses estaba Quetzalcóatl, que de acuerdo con Sahagún primero fue hombre, algo interesante con lo que decíamos al principio en cuanto a la deificación que se hace de personajes destacados de una sociedad determinada. Lo mismo, por cierto, va a ocurrir con el dios Huitzilopochtli, quien dirige a los aztecas en su peregrinación y al morir se convierte en dios, si hemos de creer a Cristóbal del Castillo, cronista que nos relata lo anterior.
Pero volvamos con Quetzalcóatl. En efecto, los aztecas lo toman por dios, pero ven en él atributos diferentes. Veamos el relato de Sahagún:
Este Quetzalcóatl, aunque fue hombre, teníanle por dios y decían que barría el camino a los dioses del agua y esto adivinaban porque antes que comienzan las aguas hay grandes vientos y polvos,y por esto decían que Quetzalcóatl, dios de los vientos, barría los caminos a los dioses de las lluvias para que viniesen a llover.
Sobre las características de la deidad: porta un gorro cónico al estilo huasteco, recubierto de piel de jaguar; tiene una especie de máscara bucal que semeja el pico de un pato; lleva en el brazo una rodela y trae el joyel del viento. Su templo circular se encuentra frente al Templo Mayor de Tenochtitlan, pues cuando el Sol iba a salir en Teotihuacan por el sacrificio de los dioses, sólo dos deidades señalaron con certeza el lugar por donde saldría. Fueron ellos Ehécatl-Quetzalcóatl y Xipe-Tótec.
El templo del primero mira hacia ese rumbo del universo; el segundo lo rige y se identifica con el color rojo.
Habiendo visto todo lo anterior, podemos sacar algunas conclusiones que consideramos importantes.
1. El culto durante el Preclásico y el Clásico en Mesoamérica reúne, al parecer, la presencia de la serpiente emplumada, es decir, la unión de las aguas pluviales y las terrestres, lo cual, entre los pueblos agrícolas mesoamericanos, era indispensable para su propia sobrevivencia. La serpiente se identifica con el agua que corre por la tierra, ríos y manantiales, en tanto que el plumaje verde se refiere a las aves de plumaje precioso que, al igual que las nubes, surcan el cielo y son portadoras de la lluvia. Las representaciones conocidas en Teotihuacan, Xochicalco o Cacaxtla parecen atender a este carácter. Es la expresión de pueblos agrícolas.
2. Con la presencia de esta dualidad, vemos en Tula a un personaje que lleva por nombre Ce Ácatl Topiltzin, hijo de Chimalma, que es llevado a gobernar y a fungir como sacerdote en aquella ciudad. Se le atribuye sabiduría y recato, y seguramente al ser considerado como sacerdote supremo adquiere el nombre de Quetzalcóatl. Es así como este hombre gobierna en Tula y va a ser blanco de intrigas que terminan por obligarlo a abandonar la ciudad y parte hacia la costa. Todo esto depende de su carácter de hombre.
3. A partir de su llegada a la costa entramos al terreno del mito. El personaje se incinera o se embarca, pero adquiere el carácter de deidad. Según unas fuentes se convierte en estrella del alba; según otras, desaparece. Lo cierto es que con esta partida queda abierto el camino para que se piense en su retorno.
4. El ciclo se cierra con el pensamiento de Moctezuma de que los recién llegados que han sido vistos en la costa sea el dios Quetzalcóatl. Esto se presta también para otro mito que se ha creado cuando se dice, erróneamente, que Quetzalcóatl era blanco. En ninguno de los relatos antiguos se habla de tal cosa. Sin embargo, tal idea cobra fuerza cuando sabios como Carlos de Sigüenza o fray Servando Teresa de Mier consideran que Quetzalcóatl es, en realidad, uno de los apóstoles que llegó a Mesoamérica a predicar bajo el nombre de Quetzalcóatl.
Es así como la presencia de un personaje de importancia sigue los pasos que habrán de llevarlo a convertirse en dios: de la realidad al mito...
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