“La ciudad al borde del pozo de los itzáes”, fue la capital regional más importante del área maya en los años 750 a 1200 d.C., puente entre los periodos Clásico y Posclásico mesoamericanos. Sus restos, aún bien conservados, confirman la fama que le asignaron las crónicas y leyendas indígenas de Yucatán. Sus vestigios muestran que la civilización maya tradicional se enriqueció con otras corrientes culturales de Mesoamérica. Según evidencias cerámicas, hubo en la región de Chichén Itzá ocupación humana desde el Preclásico superior hasta el último milenio a.C. Pero fue hasta el final de Clásico y el Posclásico temprano cuando el sitio adquirió las proporciones y características urbanas que hoy admiramos.
Los primeros sitios se erigieron siguiendo el estilo arquitectónico Puuc, característico de las pujantes ciudades mayas de Uxmal, Kabah y Sayil que se establecieron en la serranía del mismo nombre. En la mayoría de ellas el estilo Puuc marca su auge, pero también su florecimiento final. Sin embargo, en Chichén Itzá se desarrolló un estilo propio que integró, sobre la base del Puuc, conceptos, formas e imágenes de otras áreas de México, especialmente de la costa del Golfo y del altiplano central, ya que con la lejana Tula, capital de los toltecas históricos –en el actual estado de hidalgo– se dieron las relaciones más estrechas en los rubros de planificación, estilo arquitectónico e iconografía. También se da un estilo mexicano o maya-tolteca de Chichén Itzá. Desafortunadamente, faltan muchos datos para explicar y fechar mejor la evolución de los distintos periodos.
El modelo cultural desarrollado en Chichén Itzá parece haber sido bastante exitoso y flexible, por ello pudo mantener durante largo tiempo el poder en la región y controlar los acontecimientos de Yucatán. El poderío militar –expresado con frecuencia en las representaciones pictóricas del sitio–, el control de las rutas de comercio, la explotación de la sal en el norte y las ricas zonas agrícolas en el sur, pueden haber formado sus elementos básicos materiales, apoyados además por el factor ideológico de la posesión del Cenote Sagrado, entrada al inframundo maya.
La decadencia de Chichén Itzá se relaciona con el surgimiento de mayapán como nuevo centro de poder en Yucatán. Desde el siglo XIII, la parte habitada de la ciudad era muy reducida. En el siglo XVI, El Castillo y el Cenote Sagrado aún funcionaban como escenarios de grandes procesiones que consultaban su oráculo; sin embargo, los grandes edificios ya no recibían mantenimiento. No obstante, un pueblo cercano del linaje de los cupules, rechazó un primer intento hispano por establecer su capital colonial en las ruinas, aprovechando el inmenso valor simbólico que esto hubiera tenido para la conquista; posiblemente fue el pueblo de Pisté que aún tiene población maya y que está asentado en la parte occidental de Chichén Itzá.
Los primeros sitios se erigieron siguiendo el estilo arquitectónico Puuc, característico de las pujantes ciudades mayas de Uxmal, Kabah y Sayil que se establecieron en la serranía del mismo nombre. En la mayoría de ellas el estilo Puuc marca su auge, pero también su florecimiento final. Sin embargo, en Chichén Itzá se desarrolló un estilo propio que integró, sobre la base del Puuc, conceptos, formas e imágenes de otras áreas de México, especialmente de la costa del Golfo y del altiplano central, ya que con la lejana Tula, capital de los toltecas históricos –en el actual estado de hidalgo– se dieron las relaciones más estrechas en los rubros de planificación, estilo arquitectónico e iconografía. También se da un estilo mexicano o maya-tolteca de Chichén Itzá. Desafortunadamente, faltan muchos datos para explicar y fechar mejor la evolución de los distintos periodos.
El modelo cultural desarrollado en Chichén Itzá parece haber sido bastante exitoso y flexible, por ello pudo mantener durante largo tiempo el poder en la región y controlar los acontecimientos de Yucatán. El poderío militar –expresado con frecuencia en las representaciones pictóricas del sitio–, el control de las rutas de comercio, la explotación de la sal en el norte y las ricas zonas agrícolas en el sur, pueden haber formado sus elementos básicos materiales, apoyados además por el factor ideológico de la posesión del Cenote Sagrado, entrada al inframundo maya.
La decadencia de Chichén Itzá se relaciona con el surgimiento de mayapán como nuevo centro de poder en Yucatán. Desde el siglo XIII, la parte habitada de la ciudad era muy reducida. En el siglo XVI, El Castillo y el Cenote Sagrado aún funcionaban como escenarios de grandes procesiones que consultaban su oráculo; sin embargo, los grandes edificios ya no recibían mantenimiento. No obstante, un pueblo cercano del linaje de los cupules, rechazó un primer intento hispano por establecer su capital colonial en las ruinas, aprovechando el inmenso valor simbólico que esto hubiera tenido para la conquista; posiblemente fue el pueblo de Pisté que aún tiene población maya y que está asentado en la parte occidental de Chichén Itzá.
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