sábado, julio 15, 2006

Zeus/Jupiter



El dios por excelencia de la mitología griega no es otro sino Zeus, una divinidad de la tercera generación de los dioses que habitan en el Olimpo, que arrebata el poder celestial a su despótico padre Cronos para implantar un reinado marcado por sus andanzas de dios tan poderoso como atractivo y de hombre tan alegre como incansable en sus pasiones. Zeus fue el más importante de los hijos de Cronos, dios del tiempo, y Rea, diosa de la tierra. De hecho, su nacimiento fue crucial, porque marcó la lucha entre la decisión de su madre de salvarle la vida a toda costa y la obsesión de su padre por devorarlo. Cronos quería evitar, sin importarle los crueles medios que tuviera que usar para ello, la profecía de sus padres, los dioses Urano y Gea, que anunciaba que sería uno de sus propios hijos quienes terminarían por arrebatarle el trono.

La sucesión en el reino de los cielos ya había conocido episodios de lucha a muerte entre padres e hijos. En la segunda generación, Cronos se había levantado en armas, utilizando la ayuda de sus hermanos rebeldes, los cíclopes, para derrocar a su padre, Urano. Al saldar el enfrentamiento, el hijo no había dudado en humillar al vencido, castrándole implacablemente de un golpe certero con una hoz de pedernal. Asimismo había tomado la determinación de acabar con la profecía lanzada por sus progenitores usando el medio más sangriento. Cronos decide terminar con los hijos que le fuera dando Rea comiéndose sus cuerpos, para estar seguro de que sus descendientes desaparecían de su divino horizonte. Hestia, Deméter, Hera, Hades y Posidón fueron devorados por su padre, Cronos. Sin embargo Rea, logró salvar a uno de sus hijos, Zeus. Entregó al recién nacido a su abuela, Gea, para que lo llevara a un lugar seguro. Mientras que ella entregaba a su marido un fardo en el que una piedra simulaba el bulto de un bebé. En un principio Cronos, sin pensárselo dos veces, engulle a la pretendida criatura; pero acabó por darse cuenta del ardid y siguió buscando al hijo para evitar ser derrocado en el futuro por él.

sábado, julio 08, 2006

Sirenas


Las Sirenas eran hijas de Calíope y del río Aqueloo, según la Mitología Griega.

Se cuenta que nacieron con la cabeza y el rostro de mujer, el cuerpo de ave, y dotadas de una maravillosa y seductora voz.

Tan bellas eran, que se atrevieron a competir con las Musas, y en la pelea, éstas las derrotaron y les arrancaron las plumas. Llenas de vergüenza por la derrota, se retiraron a las costas de Sicilia, donde cambiaron sus alas inservibles por una larga cola de pez.

Sus cantos ejercían una atracción tan poderosa, que los marineros dejaban de atender a sus tareas en los barcos, y éstos se estrellaban contra las rocas.

Ulises quiso escuchar el maravilloso canto de las Sirenas, pero no deseaba perder a sus hombres ni su barco, así que ordenó taponar con cera los oídos de sus compañeros de viaje, y él se hizo atar al palo mayor del barco, para no saltar al agua en pos de las Sirenas.

Se había predicho que las Sirenas morirían cuando un mortal pudiese resistir el embrujo de sus canciones. Según eso, habrían muerto después de que Ulises consiguiera pasar a su lado sin daño.

No es cierto. Todos hemos visto Sirenas bellísimas, sentadas sobre una roca al borde del agua, peinando sus largas cabelleras, mientras entonan, con su voz maravillosa, canciones de olas y viajes.

domingo, julio 02, 2006

Minotauro


Minos II, rey de Creta, tomó por esposa a Pasifae, hija del Sol. Con motivo de este enlace, el rey prometió sacrificar un toro en honor de Poseidón, pero nunca llegó a cumplir su promesa.

Poseidón, enojado, hizo nacer de Pasifae un horrible engendro con cuerpo de hombre y cabeza de toro, al que llamaron Minotauro.

Minos, no queriendo enojar más a Poseidón matando al monstruo, hizo que Dédalo construyera un laberinto del que fuera imposible salir y encerró allí a la feroz criatura, ofreciéndole cada año siete muchachas y siete jóvenes varones, que Atenas estaba obligada a entregar para alimentarle.

Teseo, era hijo del rey de Atenas y se propuso redimir a su pueblo de tan cruel tributo. Mezclado entre los jóvenes que iban al sacrificio, consiguió enamorar a Ariadna, hija de Minos, y ésta le proporcionó un ovillo de hilo con el que podría señalar el camino de regreso y escapar del laberinto, si conseguía su propósito de matar a la fiera.

Teseo logró esconder un arma entre sus ropas, y cuando le llegó el momento de ser encerrado en el laberinto y servir de alimento al Minotauro, empuñó su espada y demostrando gran valor y fuerza, logró matar al temible animal.

Atenas ya no tenía que ver morir a sus hijos en las fauces del Minotauro.